miércoles, 15 de julio de 2009

Otros mundos

-No lo entiendes porque no tienes hijos.
Afirmación repetida.
Pero los que tenemos hijos lo pensamos a menudo.
La vida se complica al extremo, porque hay que atender necesidades que no esperan y que son básicas, no sólo de alimentación y abrigo, sino de afecto. Yo se que no está bien cuando le digo a mi hijo "no puedo, tengo que trabajar" y veo su carita triste y se lleva el cuento que quería que le leyera. Y escucho y escucho, está bien, se tiene que acostumbrar, tú tienes que hacer tus cosas, él tiene que entender y más y más por el estilo; y él si entiende, pero no me parece que esté bien, necesita esa atención, de eso trata tener un hijo -según yo- y algo se rompe cuando perdemos esa oportunidad de compartir.
Es algo similar a enojarse mucho cuando sacan la tierra de la maceta y la tiran por todo el piso (o cualquiera equivalente), me enojo (aunque lo disimule) y le digo no se hace y tal, pero al mismo tiempo pienso que es parte de su aprendizaje (apenas cumplió 3), y que si no viviérmos en un departamento y en un ritmo tan acelerado a mí ni me importaría y hasta sería una oportunidad para aprender, explorar y jugar.
Brincar en el charco
Y cuando veo los blogs de otras mamás y leo sobre unscholing o homesocholing (enseñanza en casa, es decir que los niños NO van a la escuela, son educados por su padres) me siento tan alentada y convencida de que existen otros mundos y maneras de vivir y que nosotros podemos tener acceso a ellas, sólo tenemos que construirlas, pero el ambiente es hostil, las madres somos acusadas de sobreprotectoras, amedrentadoras y mucho más, debería resbalarnos, pero como que no es fácil, no puedo ni pensar con claridad entre tanta violencia, y es que no puedo ni llegar a la esquina de mi casa sin enojarme, la calle huele a caño, el puesto de tacos ocupa el 90% de la banqueta y es imposinle cruzar porque en ningún momento del semáforo dejan de pasar los coches.
No quiero convertir este nuevo espacio en muro de las lamentaciones, espero más bien ser comprendida, conectar con otras (y quizá otros), así que si no tienes nada alentador que decir, mejor no digas nada.